martes, 2 de abril de 2019

Hoy el post lo hace el Pampa Alvaro


El compañero Jorge Alvaro escribe este recuerdo de Dardo Cabo en su muro de Facebook que reproducimos aca.


Malvinas y la coherencia de una vida 


Para esta fecha me invade siempre el recuerdo de Dardo Cabo. Lo he dicho varias veces por acá, el compañero que evoco con un toque de congoja. Quizás no sea el único de aquellos que conocí embarcados en revolucionar la Argentina hace ya casi cinco décadas, sin dudas por la cercanía a la intimidad que nos daba la cárcel doy fe que además de rica trayectoria a sus (¿cortos?) 34 años era un tipo de una singular ternura. 

En esos días acumulaba anécdotas y curiosidades del peronismo desde su inicio. Dardo estuvo en la plaza del 17/10/45 en los hombros de su papá (Armando, otro grande...muy grande). Lo conocí de cerca un día en un lugar de funcionamiento de la Conducción Nacional, Estaba preparando las tesis de lo que iba a ser el primer congreso nacional de Montoneros, junto con ...Rodolfo Walsh. ¡Creo que los mates que me convidaron mientras yo esperaba entrar a mi reunión hubieran merecido al menos que me robara la bombilla!. 

Cuando cayó salvó su vida casi de casualidad. La bonaerense los tenía a él y a J.C. Dante Gullo tirados en una camioneta con manos y pies atados con alambre. Boleta segura. Un policía le susurra:"Vos sos el de las Malvinas". "Sí"..."Dame un nombre para avisar"..."El diputado Marino (dip. nac. por el PI en esos días)". El policía llamó y los tuvieron que blanquear. Ya en la cárcel era una especie de centrojás distribuyendo juego. Nuestro Obdulio Varela (el del maracanazo del 50, el de la frase "los de afuera son de palo", que tan bien canta Jaime Ross). Lo respetaba la yuta; el acumulaba tres años y medio de prisión por Malvinas. Sabía. 

Cuando empezó a endurecerse la mano en Sierra Chica nos ponían los altoparlantes de los patios a todo volumen para no dejarnos dormir la siesta, ni leer se podía. En un recreo Dardo nos dijo "Vamos a encararlos a estos hijos de puta", terminó reunido con el director y silenciaron los parlantes. Todo un triunfo, porque todavía teníamos radio en la celda. En el mundial 78 se vengaron, pero esa es otra historia. Lo que sintetizan estas anécdotas (y que a uno le quedan adheridas al cuerpo y a la conciencia) es que los hombres grandes no necesitan andar tribuneando para ser alguien en la historia del pueblo. Sólo coherencia

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