Incomprensiones
Teodoro Boot
Díaz pasados, en un magazine
de la TV pública,
un periodista económico trataba de explicar, entre otros, a un periodista del
mundo de la cultura, el alcance y características del anticipo del impuesto a
las ganancias que pagarán las compras por tarjeta hechas en el exterior. Se
veía de lejos que a nuestro hombre en la cultura mucho no le gustaba el asunto,
pero menos le gustaba el límite de 300 dólares para la introducción en el país
de mercaderías libres de gravamen aduanero.
Como es habitual, lo que exceda a
determinado monto –fijado actualmente en 300 dólares para las compras hechas fuera
del Mercosur y en 150 dólares para las hechas dentro del Mercosur– paga un
gravamen de importación del 50%. Contrariamente a lo que se dice, no se trata
de un gravamen extraordinario, toda vez que de alguna manera incluye el derecho
de importación propiamente dicho, más el 21% de Iva, más el monto correspondiente
al seguro y al flete que paga cualquier importador que ingrese esa misma mercadería
como corresponde.
“Las camisas que yo traigo no
son una importación” argumentaba nuestro hombre en la cultura, además de
quejarse de que 300 dólares es una cifra muy baja, sin aclarar muy bien qué
cifra le parecería suficiente. Lo que quedó claro es que nuestro hombre en la
cultura estaba muy preocupado por las camisas que trae cada vez que viaja al
exterior y porque 300 dólares es una cifra muy baja para el total de camisas o
de objetos que ingresa al país tras cada viaje.
Teniendo en cuenta que nuestro
hombre en la cultura no debe tener una tienda de ropa, el periodista económico
podría haberlo tranquilizado explicándole que si en cada viaje ingresa dos o
tres, cuatro camisas, pongámosle, una cantidad de camisas que razonablemente
puedan ser consideradas bienes personales, el costo de esas camisas no será
computado dentro de esos 300 dólares, por lo que además de las cuatro camisas, serán
cinco calzoncillos, dos pantalones, tres pulóveres, dos pares de zapatillas y
cinco pares de medias los que nuestro hombre en la cultura podría ingresar al
país sin pagar derechos de importación, además de traer camisas y medias o lo que se le antoje para
sus sobrinos por un monto de 300 dólares, siempre sin pagar gravamen alguno.
Como para llevar a nuestro
hombre en la cultura al borde mismo del soponcio, de hacer esas compras
mediante tarjeta de crédito o débito la factura sufrirá un recargo del 15 por
ciento como anticipo del impuesto a las ganancias y/o bienes personales,
recargo que no es tal ya que se supone que todo aquel que viaja al exterior y
hace compras con tarjetas de crédito o débito alguno de esos dos impuestos
tributa. De no ser así, deberá realizar ante la AFIP el trámite correspondiente para la
devolución del anticipo y rezarle a san Expedito y a la Virgen Desatanudos,
en primer lugar para poder demostrar cómo no pagando impuesto a las ganancias o
a bienes personales tiene dinero suficiente para viajar y gastar en el exterior,
y en segundo, una vez conseguido este milagro, conseguir que la Afip le devuelva el anticipo.
El propósito de esta medida,
según la propia Afip, es obligar a tributar a numerosos ciudadanos que viajan
asiduamente al exterior y realizan compras muy por encima de los ingresos que
declaran como ganancias o que directamente no declaran ganancias.
Un segundo propósito o efecto,
no explicitado por la Afip,
es obligar a que al menos parte de la mercadería que ingresa al país de
contrabando, violando las leyes aduaneras y compitiendo en forma desleal con
los productos de fabricación nacional, ya no se adquiera con divisas del Banco
Central sino que sea abonada con los dólares o euros, yenes o patacones que el
contrabandista compre en el mercado negro al valor que el especulador fije
según su cara y su apuro.
Ocurre que debido a la
recesión que afecta a las principales economías, numerosas mercaderías se
encuentran a precio de liquidación tanto en Estados Unidos como en Europa.
Pagarlas mediante tarjeta de crédito al dólar del Banco Central e ingresarlas
al país mediante una de las tantas posibles maniobras de contrabando era una
auténtica bicoca.
Pero nada de esto parecía
perturbar mucho a nuestro hombre en la cultura, obsesivamente preocupado por
sus camisas y los regalitos para sus sobrinos. De no mediar una faceta sádica de su personalidad, el
periodista económico podría haberlo tranquilizado con la explicación que
nosotros dimos anteriormente, razón por la que, creyéndolo a esta altura
suficientemente relajado, nos ocuparemos de ver, al boleo, el efecto social de los
objetos personales que trae del exterior nuestro hombre en la cultura, y cuyo
valor no se computa dentro de esos 300 dólares que tan insuficientes le parecen.
Atildado como es, pongámosle
que, como ya dijimos, nuestro hombre en la cultura compra en el exterior cuatro
camisas, cinco calzoncillos, dos pantalones, tres pulóveres, dos pares de
zapatillas y cinco pares de medias. No le costará demostrar al más obtuso de
los vistas de aduana que se trata de objetos de uso personal, al menos si tuvo
la precaución de quitarles las etiquetas. El anticipo de ganancias que tendrá
que pagar no le preocupa mayormente, ya que declara ingresos suficientes para
que ese anticipo sea realmente un anticipo. Todo lo que tendrá que hacer es, no
bien reciba el resumen de la tarjeta de crédito, llevarle una copia a la
gerencia de Recursos humanos de la
TV pública para que ésta proceda a deducir ese anticipo de lo
que habitualmente le descuenta en concepto de impuesto a las ganancias cada vez
que le paga los honorarios.
Vayamos entonces a las cuatro
camisas, cinco calzoncillos, dos pantalones, tres pulóveres, dos pares de
zapatillas y cinco pares de medias que trae como objetos personales luego de su
viaje adonde sea.
En el último año hubo 198.687
viajes de argentinos al exterior. Supongamos que todos tuvieran el mismo buen
gusto de nuestro hombre en la cultura. De ser así, habrían ingresado al país,
sin tributar ninguna clase de impuesto, ni siquiera el IVA:
794.748 camisas
993.435 calzoncillos
397.374 pantalones
596.061 pulóveres
397.374 pares de zapatillas
y
993.435 pares de medias
¿Cuántas horas de trabajo
supone fabricar casi 400 mil pares de zapatillas, hacer la tela y luego
confeccionar 794 mil camisas, 900 mil calzoncillos, 397 mil pantalones, tejer
596 mil pulóveres y 900 mil pares de medias? ¿A la producción de cuantos talleres
equivalen los objetos personales que los viajeros al exterior ingresan
libremente? ¿Cuántos obreros quedan sin trabajo y cuantos pequeños empresarios
sufren pérdidas por culpa de esos objetos personales que los viajeros compraron
en el exterior y que ya no adquirirán en el país?
Y todavía le quedan a cada uno
de los 198.687 viajeros 300 dólares en mercaderías a ingresar en concepto de
souvenirs o regalos para los sobrinos sin pagar ninguna clase de impuestos:
59.606.100 dólares ¡Una importación anual de 59 millones de dólares libre de
impuestos y gravámenes!
Pasando a cosas esos 59
millones de dólares, pasándolos a una cosa tan preciada para nuestros hombres
en la cultura como son los libros, pongámosle que cada uno de los 198.687 viajeros
ingresa libros por 300 dólares. A razón de 15 dólares cada libro, son 3.973.740
libros, la producción anual de cien editoriales medianas.
Equivalen también a 1.192.122
mp3 o a 190 mil discos externos de computadoras o 50 millones de cedés vírgenes,
60 millones de biromes, cien millones de chupetines o vaya uno a saber cuántos
paquetes de pastillas para convidar a las guainas cada vez que haya baile en el rancho de la Cambicha.
Mucha gente come, viaja, se
alimenta y alimenta a sus hijos, los manda a la escuela, les compra los libros,
la ropa, los juguetes, en fin, vive y sostiene a su familia haciendo
chupetines, vendiendo biromes, tejiendo medias, corrigiendo libros, confeccionando
ojales, operando una impresora Offset, pegando botones, fabricando artículos
electrónicos por un total de 59 millones de dólares anuales.
Son 265 millones
de pesos que el país deja de producir anualmente, talleres textiles que jamás
existirán, pequeñas editoriales que quedarán en proyecto, cientos de miles de
horas de trabajo relativamente o muy especializado que nunca se trabajarán para
que nuestro hombre en la cultura y los otros 198.686 viajeros traigan objetos
personales y además souvenirs y regalitos para sus sobrinos sin pagar ninguna
clase de impuesto ni gravamen.
Y encima se quejan.
5 comentarios:
Muy buen post Teodoro!
Excelente!
Digno de figurar en las "Polémicas" de Jauretche recopiladas por Norberto Galasso
Para repartir entre cros. y opositorGes no tan ciegos (los hay???).Gracias Teodoro.Difundir como se pueda.
Bueno, bueno, tampoco hay que exagerar. También hay muchas cosas que turistas compran en el país y no por eso cierran fábricas en sus respectivos países, no ?
Turistas argentinos en muchas partes del mundo generan lazos y relaciones, y hacen crecer el turismo en Argentina.
Estoy totalmente de acuerdo con la política sobre el dolar, ya que de no ser así, tendríamos un 2001 cada vez que a los Magnetto, Biolcatti y Mitre se les cantara el orto.
Pero me gusta que se blanquee por ese lado, y no tanto por este lado fantasmal de fábricas cerradas.
Las fábricas en todo caso cierran por las importaciones a gran escala (por eso es tan importante el rol de Moreno ahí, y lo bien que lo lleva), pero no por souvenires que trae la gente.
Saludos.
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