sábado, 20 de diciembre de 2014

Hoy el post lo hace Teodoro Boot: Obligado y la integración regional



Obligado y la integración regional



Teodoro Boot


Contrariamente a lo que podría pensarse, la ofuscada nota de Luis Alberto Romero (“Delirio nacionalista: el mito del combate de Obligado”) publicada el 9 de diciembre en Clarín y respondida el día 16 en ese mismo diario por Mario Pacho O´Donnell, no reaviva una polémica. Es que sólo una persona mentalmente perturbada puede dedicarse a demostrar que el 20 de noviembre de 1845 la flota anglofrancesa consiguió romper las cadenas que cruzaban el río (no con el objetivo de frenar a los barcos, sino para demorarlos lo suficiente y someterlos al fuego de las rudimentarias baterías costeras) y, hostigada permanentemente desde la costa, remontó el Paraná rumbo a Corrientes y Asunción.


Con el propósito de quitar sentido al Día de la Soberanía, detenerse a discutir si eso ocurrió o no, cuando es público y notorio que así ocurrió, es tan absurdo como cuestionar el calificativo de Libertador o Padre de la Patria con que se conoce a José de San Martín basados en que el único hecho de armas del que en estas tierras participó don José fue un combate insignificante a orillas del Paraná contra un grupo de españoles que había desembarcado para robar gallinas y vacas.

La gente sana y equilibrada no discute esas cosas.

Pero si la nota de Romero no aviva ninguna discusión útil, la respuesta de O´Donnell habilita un abordaje del tema que nos permite remitirnos a la actualidad.


Rosas y “la libre navegación”

Con mucho tino, O´Donnell apunta que lo que se conmemora los 20 de noviembre, aniversario de uno de los muchos combates librados contra la flota conjunta de las dos mayores potencias de la época, debería ser llamado Guerra del Paraná, puesto que de eso se trató, de una guerra por el control del principal de los ríos argentinos. Pero, a la vez, O´Donnell hace una interpretación sesgada del conflicto, ya que no se trata del control del curso de agua por el curso de agua en sí, sino de la apropiación de los impuestos al comercio exterior, en otras palabras, de las rentas de aduana. Y es en este marco en el que debe verse el argumento conceptual del conflicto: la libre navegación de los ríos.


Aclaremos que nadie discutía la libre o no libre navegación del Luján, el Reconquista, el río Quinto o el Carcarañá, sino la del Uruguay y, principalmente, el Paraná.


Cierta simplificación histórica analoga el reclamo por la libre navegación de los ríos con los principios unitarios y su adhesión a los imperios europeos. Sin embargo, quien primero habló entre nosotros de la libre navegación de los ríos fue Artigas, insospechado de cualquier connivencia con ningún imperialismo. Más tarde, el partido unitario hizo suya esa consigna para utilizarla contra Rosas, valiéndose de los reclamos de la mayoría de los caudillos del litoral. Y será finalmente esa conjunción de intereses múltiples y contradictorios (el partido unitario, Inglaterra, Francia, la elite de Montevideo, el Imperio de Brasil y los gobiernos de Entre Ríos, Corrientes y Paraguay), circunstancialmente unidos en el reclamo por la libre navegación, vale decir, por cobrar los tributos al comercio exterior, la que consigue derrotar a Rosas.


A estas alturas nadie, con excepción de Luis Alberto Romero y el coro de viudas del ñoño liberalismo del siglo XIX, puede poner en duda que la defensa del río Paraná y de la integridad territorial argentina contra las potencias europeas fue el momento más glorioso de la vida pública de Juan Manuel de Rosas, hasta el punto de granjearle la general admiración de los americanos de su tiempo. Pero a la vez, fue el núcleo de ese conflicto su principal limitación y debilidad y, a la postre, la razón de su derrota.


Si el río no es libre ¿de quién es? No de Inglaterra y Francia, ya sabemos. ¿Es de la Confederación? ¿De cada estado en igualdad de condiciones o de unos más que otros? ¿Sobre qué bases se establece una confederación en la que unos estados tienen mayores derechos que otros? ¿O no sería que ese río no era libre porque era de Buenos Aires?


Las rentas de aduana

En 1835 y recogiendo los reclamos de la provincia de Corrientes, el gobernador bonaerense Juan Manuel de Rosas redactó un reglamento de Aduana que protegía las producciones de las provincias, pero la aduana, las rentas de la aduana, así como el puerto que tiene la llave del sistema del Plata, siguieron siendo propiedad exclusiva de la provincia de Buenos Aires. En estricta justicia, Corrientes, Asunción, Santa Fe, Concepción del Uruguay o Paysandú podían esgrimir derechos semejantes: que las mercaderías de ultramar llegaran a los distintos puertos, tributando en las aduanas de las respectivas provincias (llamémosles “estados”, para que nadie se sienta menoscabado).


Este es un punto que Rosas no entendió o no pudo resolver, habida cuenta que resolverlo iba en desmedro de los intereses de la provincia que gobernaba: la necesidad de federalizar las rentas aduaneras como instrumento de organización nacional.


Si bien protegidas por el reglamento aduanero de 1835, la mayoría de las provincias (muy especialmente las mediterráneas) se encontraban arruinadas desde la temprana apertura comercial iniciada del virrey Cisneros y defendida con uñas y dientes por la elite comercial porteña, intermediaria en los negocios de importación-exportación. La protección del reglamento de 1835 amparaba la producción regional, pero del tributo aduanero no llegaba nada a ninguna provincia, más que a Buenos Aires.


El inicial reclamo de Artigas de libre navegación de los ríos evoluciona hacia la solución de fondo: derrotar a la burguesía comercial porteña y someter a Buenos Aires a la voluntad de los demás estados provinciales. Solución que, no obstante el triunfo de Cepeda, se vio frustrada por las intrigas de Sarratea y la miopía y falta de estatura política de los dos lugartenientes artiguistas: Francisco Ramírez y Estanislao López.


Durante sesenta años más se prolonga la guerra civil, que no es otra cosa que la lucha por la apropiación de las rentas de aduana y que en el litoral adopta la fórmula de la libre navegación de los ríos, fórmula que llevaba implícita la tendencia a la disgregación.


Organización o segregación

¿De qué podía servirle a Salta o San Juan la libre navegación del Paraná? Las provincias interiores necesitaban imperiosamente la organización nacional. Las del litoral, no. Les bastaba con negociar con Buenos Aires alguna forma de libre navegación. O, en todo caso, segregarse, ya fuera a través de la conformación de una república de la Mesopotamia, la integración paraguayo-correntina o la federación del Uruguay integrada por la Mesopotamia argentina, la Banda Oriental y el estado de Río Grande do Sul.


Es en esa tensión entre las provincias del litoral y las del interior que durante treinta años maniobra Rosas para consolidar la hegemonía bonaerense y, a la vez, conservar la integridad territorial de la confederación, valiéndose de su gran capacidad diplomática y, principalmente, del manejo del puerto y el control de la aduana. Y estaba en esa fortaleza su mayor debilidad, ya que se trataba de una situación altamente inestable que se resolvía o bien con la organización nacional o bien en la desintegración territorial.


De hecho, la organización nacional sólo fue posible después de que Julio A. Roca consumara, al menos en parte y a su manera, uno de los anhelos de Artigas: el sometimiento de Buenos Aires a la voluntad de las demás provincias, en otras palabras, la federalización del puerto, la aduana y la ciudad de Buenos Aires. Fue recién entonces que se extinguieron las tensiones y tentaciones secesionistas, algunas consumadas, otras temporarias y otras en proyecto.


Ese largo conflicto, motivado por la desigualdad de derechos entre estados en teoría equivalentes, fue lo que permitió y alentó la intervención de las potencias europeas. Al respecto vale la pena recordar que la flota anglofrancesa fue de algún modo convocada por Carlos Antonio López desde un Paraguay que, habiendo llegado al límite de sus posibilidades en el tradicional aislamiento de Rodríguez de Francia, se veía estrangulado por Buenos Aires.


Tras la derrota de Artigas, el aislamiento paraguayo, el federalismo defensivo de los caudillos, el "sistema americano" rosista de defensa de la soberanía (el uso del poder económico de Buenos Aires para evitar la disgregación), fueron los distintos caminos adoptados por los distintos pueblos en la defensa de sus intereses. Ninguna de esas opciones dio resultado. No, al menos, los que hubiera tenido una federación de iguales, en la que nadie fuera más que nadie.


En momentos en que por razones geopolíticas y por sentido histórico, Latinoamérica debe marchar más decididamente a la integración, es razonable repasar las causas de anteriores fracasos, el porqué de las traiciones y la razón por la que las disensiones alientan la injerencia de las potencias. De igual modo, los alcances y límites de esa segunda guerra de independencia que fue la resistencia a la invasión anglofrancesa, nos recuerdan que la verdadera integración se lleva a cabo en términos de igualdad y que no hay integración duradera basada en el solo impulso de ningún “tractor”, llámese Brasil, Argentina... o el Buenos Aires de Juan Manuel de Rosas.



17 comentarios:

rib dijo...

"no eran luis alberto romero ni beatriz sarlo
nuestros peores enemigos"

http://www.perfil.com/politica/La-grieta-kirchnerista-en-el-Instituto-Dorrego--20141220-0049.html

pero quién hará el revisionismo
del revisionismo !!!

p.d. : scioli es rosas ???

Mariano T. dijo...

Tu enfoque pone el ojo en el conflicto principal.
El Parana era propiedad privada de Don Juan Manuel, el Uruguay era propiedad de Don Justo José, y Rosas lo toleraba porque necesitaba a Urquiza, o su adhesión o aunque sea su neutralidad. La libre navegación no era un derecho de los extranjeros, era un derecho de Santa Fe, Corrientes y Paraguay

Vincent Vega dijo...

Muy interesante, no hay historias de buenos y malos, sólo de intereses y apariciones circunstanciales para la Historia

raul dijo...

SI! y la verdadera historia de el del tractorcito ¿cual es?

Anónimo dijo...

Tractorcito es más que un cipayo..

ram dijo...

Hay gente desagradecida, che; justo que los generosos anglo franceses, tienen la altruista idea de rescatar los derechos santafesinos a la "libre navegación" no falta el dictador que le pone palos en la rueda (o caadenas en el río) y cañonazos para agujerearles los barquitos.
Ingratitud típica la de esos argies sudacas, siempre dispuestos a caerse del mundo civilizado; una lástima, por culpa de esas malas decisiones la UBA no es Oxford o Córdoba Cambridge... ¿se imaginan, no?, el mundo tuvo que conformarse con los Beatles ésos y se perdió una Mona Gímenez y encima queremos celebrar soberanía..... no somos nada.

Mariano T. dijo...

Hasta su muerte Lopez le reclamó a Rosas(hay abundante correspondencia) que dejara llegar los barcos a Santa Fe.
Es obvio que era un tema que debía ser resuelto internamente entre las provincias, como lo fue 4 años después en Caseros. Sin cañoneras inglesas.
Pero no hay que olvidarse que la soberanía defendida en Obligado no fue la nacional, sino la soberanía de la aduana porteña.
.

Norberto dijo...

Feliz Navidad Inye y amigos y adversarios varios.
Nunca menos y abrazos

Julia dijo...

Y ahora la ciudad de Buenos Aires, territorio cedido por la provincia para constituir la ciudad capital federal, ¿cuanto aporta? cuanto recibe?
se generó un buen proyecto con ese engendro llamado caba, que pretende ser una provincia mas?
o sólo sirve para generar otro engendro que son las paso las legislaturas truchas, los scalextric del niño mauricio. ¿ qué es hoy la que alguna vez fue añorada? Creo que mas temprano que tarde se debería revisar

Anónimo dijo...

Sr Mariano T escribió:
"...Caseros. Sin cañoneras inglesas."

Cambie de pastillas o de libros

Mariano T. dijo...

El único barco inglés involucrado en Caseros fue donde se refugió Rosas para que no lo degollaran o fusilaran.

Anónimo dijo...

Los liberales pro-cesistas no entienden a quienes enfrentan al imperio..

Anónimo dijo...

así que massita ladró por los sorteos del PROCREAR??lean lo que le contestó Aníbal.Un capo.....

Anónimo dijo...

Sr Mariano T Ud. me dice que la corona británica no participó con el imperio portugués para derrotar a Rosas?
Solo se lo pregunto por el tedio de estos días, en cualquier otro momento del año no pierdo el tiempo con trolls
Saludos

Anónimo dijo...

Sólo le contesto Mariano T por el tedio de estos días, generalmente a los trols ni los leo: Ud. afirma que no hubo acciones desde el imperio británico ni su adlátere portugués que hicieran posible la derrota de casero? Ud. afirma que por darles comida en el "bloqueo" a la flota inglesa y luego refugiarse con bien dice Rosas era un agente ingles?
Insisto cambie de pastillas.
Saludos

Mariano T. dijo...

Troll anónimo:Yo dije que Inglaterra no intervino, no dije que Portugal no lo hiciera. Pero afirmo que Portugal tampoco intervino en lo más mínimo.
Deberías saber antes de opinar de historia que Brasil era independiente desde 1825. Asi que el apoyo al Ejercito Grande fue de Pedro II, emperador de Brasil. Y, como era entonces, por cuestiones uruguayas, ya que los brasileros no querían que Oribe terminara ganando con tropas porteñas en Uruguay, lo que parecía inevitable despues del tratado anglofrances con Rosas. En 1851 una alianza entre los sitiados en Montevideo, Urquiza(que cruzó con tropas), y los brasileros, acabó con la guerra civil uruguaya casi sin combatir. Después los brasileros y uruguayos ayudaron a Urquiza en reciprocidad. No hay datos de ninguna intervención inglesa, salvo evitar que Rosas fuera juzgado(y ejecutado) después de Caseros, al darle asilo político y evacuarlo de Buenos Aires al dia siguiente de la derrota.

Anónimo dijo...

Se pasan las fiestas y no le voy a dar más bola ser t. si Ud. está feliz con su relato y cree en papá Noel no es mi problema.
Saludos

Pero trate de cambiar de pastillas