El eje y el debate

Entramos en una semana definitoria para la suerte que correrá el proyecto de ley de SCA en el Congreso. Se tiene previsto lograr dictamen de mayoría en el plenario de comisiones el día martes y el miércoles que baje al recinto para su tratamiento.


En esta época de debilidades políticas en el número y luego de haber perdido las elecciones legislativas del 28 J el mejor método para que el oficialismo consiga que se sancione una ley en el Congreso es lograr que aquellos legisladores que puedan ofrecer alguna resistencia, por ideología, intereses o especulación política, no tengan más remedio que acompañarla dada la relación de fuerzas del momento y el apoyo de la opinión pública. Lograr este requiere de habilidad, flexibilidad a la hora de negociar con el arco ideológico afín a la iniciativa en cuestión cediendo en lo accesorio y mantieniendo lo fundamental en el frente parlamentario y una convincente exposición del proyecto de ley y sus alcances y perspectivas a la ciudadanía.


La ley de SCA forma parte de la herencia que el kirchnerismo quiere dejarle a la Nación. Una Corte Suprema de Justicia independiente, el juzgamiento y condena de los represores, el saneamiento de los compromisos externos, poner la economía bajo la dirección de la política y la ley que abre el juego en la comunicación audiovisual controlada por emporios dominantes que hasta ahora cuentan con un marco legal a su medida serían, a gruesos trazos, el legado de la "anomalía" que gobernó por ocho añós. Hoy que el kirchnerismo es puro presente sigue pensando en el futuro y la historia.


Y entre los que deberían contarse como aliados se está jugando su propio partido, con los virtuales líderes del espacio de centroizquierda corriendose hacia una u otra posición por razones como la "oportunidad histórica" como Sabbatella califica al momento de sancionar esta ley o la sanata de Pino Solanas que recuerda la legitimidad de origen de Cobos y menciona hipotéticos negocios del Gobierno con las telefónicas para ser funcional al dispositivo de la derecha que tan buenos resultados le ha dado. Con los bloques del socialismo declarando que se opondrán al proyecto del PEN y dejando en offside a su único gobernador que había bajado a Buenos Aires a pedirles su apoyo a la iniciativa. Que lejos están de la noche de marzo cuando vimos a algunos de ellos en el Teatro Argentino en ocasión de la presentación del pre proyecto de ley de SCA.

La alternativa de máxima de la oposición al proyecto es lograr que la ley naufrague en el Senado mediante el voto de los senadores o "voto no positivo" si hace falta o que la eventual mayoría sea mínima con un proyecto de ley que solo requiere el voto mayoritario de los presentes y que habilite una derogación en el próximo período legislativo.


Tanto los multimedios como la oposición le ponen varias fichas al tiro en el pie que eventualmente el oficialismo podría pegarse si el tratamiento del proyecto de ley de SCA se alargase en el tiempo acercándose a la deadline del 10 de diciembre en donde quedará en una debilidad numérica mayor que haria prácticamente imposible una votación afirmativa de ambas cámaras. Que los errores propios del oficialismo vayan menguando el apoyo inicial al proyecto, imprescindible para volcar la balanza hacia la aprobación.


Por eso no se explica que mientras en el Congreso se desarrollaban las audiencias públicas en Diputados se lanzaba el megaoperativo de la AFIP en las oficinas de Clarín. Apretar a un medio con la AFIP era un procedimiento clásico en la era del menemismo que se reedita en el peor momento por las causas que fueren y que no importan demasiado.

En tandem, buscando el perfil que mejor le sienta, Cleto Cobos reune a buena parte de la oposición con la excusa de acordar una estrategia ante el tratamiento del proyecto de ley en el Senado. Las declaraciones de circunstancia, las caras de fiscales de la patria completan la escena para la obvia victimización del hombre del corazón parlante. Clarín y Cobos entonces consiguen elevarse a la categoría de víctimas de un Gobierno que venía aprendiendo a hacer política.


Todo esto es parte del mosaico que conforma el escenario previo a un duro debate parlamentario en donde recuperar el eje es imprescindible. Lo había logrado el Gobierno y acciones propias y ajenas tienden a alejarlo de su centro, llevándolo a terrenos más favorables para los intereses en peligro.

Perderlo de vista sería lamentable.