Julio Villalonga sobre Fontevecchia y Zaffaroni

El director de la Gaceta Mercantil, Julio Villalonga publica esta nota acerca del tema Zaffaroni y las operaciones del CEO de Editorial Perfil, Jorge Fontevecchia

¿Qué Fontevecchia? ¿Murdoch?

Por Julio Villalonga

Ya nadie repara en el hecho de que el escándalo por los departamentos del juez de la Corte Suprema Eugenio Raúl Zaffaroni lo reinstaló el diario sensacionalista "Libre", de Editorial Perfil.

Digámoslo rápidamente: Zaffaroni fue "indolente" en este caso, como él mismo admitió, porque la denuncia que "Libre" desempolvó data de 2009. Desde entonces, el magistrado del máximo Tribunal del país no hizo nada para resolver la situación y permitió que creciera un escándalo hasta un nivel que no guarda relación con la importancia real de los hechos. No hay ninguna imputación legal que hacerle: el problema es que Zaffaroni se expuso gratuitamente, y expuso a quienes lo admiran y siguen como referente innegable del liberalismo jurídico, el despectivamente llamado "garantismo", una corriente tan necesaria como su opositora, la conservadora, inclinada a favor de la "mano dura".

Ahora bien, me interesa reflexionar sobre la prensa amarilla en la Argentina, esa pariente no tan lejana de la que en el primer mundo tiene modelos como el ahora estigmatizado "News of the World", del magnate de los medios Rupert Murdoch.

El Murdoch local se llama Jorge Fontevecchia, el dueño de Editorial Perfil, editor de "Libre", el bisemanario "Perfil" y otra decena larga de medios. El propio título "Libre" remite a un semanario que Fontevecchia imprimió hace muchos años y en el que no había rastro alguno de periodismo. De hecho, con el único fin de vender ejemplares, la tapa de esa revista "Libre" debía ser tapada para que no afectara a los niños que pasaban por los kioskos, según una pacata ordenanza de la época. Pero, lo dicho, "Libre" era un pasquín y su descendencia es lo mismo, pero con el agregado de la actualidad.

Sucede que la prensa amarilla "evolucionó", en el primer mundo, tal como demuestran los medios de Murdoch, permanente referencia para Fontevecchia. Y ese desarrollo fue impulsado por la comprobación de que, la televisión, los noticieros, ponían en el mismo lugar de "celebrities" a los integrantes de la farándula, el deporte y, también, la política. El morbo por la vida privada de las personas públicas ha ido en aumento. En Gran Bretaña, un grupo de directivos inescrupulosos promovidos por un dueño de medios tan o más inescrupuloso que ellas, parieron el monstruo que fue "News of the World", el peor de todos porque dio el paso fatal de pinchar teléfonos para conseguir primicias, pero no el único medio dedicado a publicar carroña.

Son ya eternos los debates sobre si los medios deben seguir la demanda de sus lectores, si la delinean, etc. En el caso argentino, "Libre" no está solo. El Grupo Clarín, por las mismas razones de mercado que apuntamos, sacó el mismo día de este año "Muy", en su caso tras comprobar que su "portaaviones", el diario "Clarín", caía sin descanso en su circulación, pero mucho más importante, en su influencia. Ese "formato" periodístico de operación política ya no es lo que era desde que Néstor Kirchner, un día, saltó el cerco y apareció con un cartel en la mano que decía "Clarín miente".

Lo de Fontevecchia es parabólico. Hace más de una década, y después de varios años de sopesarlo, de investigaciones de mercado, de copias y copias de medios europeos, lanzó al mercado el diario "Perfil". Duró 84 días por el ahogo que le infligieron "Clarín" y "La Nación" al amenazar a los potenciales auspiciantes con quitarle los descuentos si publicaban sus avisos en el nuevo medio.

Pero Fontevecchia quería ingresar al selecto –y, por lo que se ve, sin códigos– "club" de editores de diarios de la Argentina que, naturalmente, no acepta advenedizos. Volvió a lanzarlo, primero como semanario, en 2005, con la pretensión y la promesa de hacer un periodismo duro y puro.

Hoy, el dueño de Editorial Perfil puede sentirse satisfecho: logró hermanarse al menos con un producto menor al establishment periodístico local. E instalado cómodamente desde el marketing en la vereda opuesta al poder político, tira dardos envenenados desde la del poder mediático. Usa para eso el periodismo tradicional con "Perfil", pero si no alcanza utiliza el otro, el escandaloso de "Libre". Lo que equivale a asumir que renunció definitivamente a ser un editor de prestigio.