martes, 15 de enero de 2013

Hoy el post lo hace Teodoro Boot: Desproporciones



Desproporciones
Por Teodoro Boot

A cualquiera que tenga algún sentido de las proporciones, por mucho empeño que ponga le costará imaginar al general De Gaulle discutiendo con Brigitte Bardot.

El general era así, un poco presuntuoso y, erguido en toda su estatura, sólo se avenía a discutir con Francia. Su único verdadero interlocutor era, en abstracto y mayúsculas, La France.
Es verdad que alguna vez hasta habló con Malraux.

Un hombre versátil

André Malraux –novelista, poeta, piloto, aventurero, contrabandista, impresor, guerrillero, periodista, ladrón de piezas arquelógicas, político, ministro y ensayista, autor entre otras obras de La vía real, La condición humana, La esperanza, El tiempo del desprecio, Las voces del silencio–, tan arrogante y presuntuoso como De Gaulle, además de hablar cara a cara con la Especie Humana, la Revolución, La France y, por supuesto, De Gaulle, supo tener largas pláticas sobre todo cuanto cabe entre la profundidad de los océanos y la grandiosidad de la Vía Láctea, con Chou En Lai, Mao Tse Tung, Marc Chagall, John F. Kennedy, Pablo Picasso, Georges Braque, Jawaharlal Nehru, etcétera, etcétera, etcétera, que registró fragmentariamente en Antimemorias. Por su parte, sus postreras conversaciones con De Gaulle dieron forma a su libro La hoguera de encinas.

Además de la egolatría, el egocentrismo y su proverbial habilidad para situarse en el punto de mayor visibilidad de las escenas, Malraux era famoso por una innata peculiaridad: el síndrome de Tourette.
Descripto por el neurólogo francés Georges Gilles de la Tourette, se trata de un trastorno neuropsiquiátrico no degenerativo que se caracteriza por la profusión de tics físicos y vocales, que pueden ser tanto cómicos como patéticos y tanto crónicos como transitorios.

Tics físicos y vocales

Un tic es un movimiento involuntario, convulsivo, excesivo, de uno o varios grupos musculares que puede ser simple (breves movimientos repentinos que involucran un número limitado de músculos, tales como el parpadeo, el encogimiento de hombros, el fruncimiento del entrecejo) o complejo, en cuyo caso se ven involucrados varios grupos musculares, como tocarse la nariz, saltar, olfatear objetos, tocar otras personas, etc.

Por su parte, los tics vocales suelen ser aún más inadecuados que alzarse inopinadamente de hombros y dar un moquete a un sorprendido De Gaulle, desproporción en la que, hasta donde se sabe, jamás incurrió Malraux. 

El Tourette va a menudo asociado a la ecolalia, la ecopraxia, la palilalia, y la temible coprolalia, esa patológica compulsión a proferir obscenidades en los momentos más inoportunos. La palilalia, en cambio, consiste en la repetición cada vez más rápida de la misma palabra, expresión o aún de sílabas, habitualmente al final de cada frase.

Tan chocante como la coprolalia, la ecopraxia es la imitación involuntaria e inmediata de los movimientos observados en el interlocutor o alguna otra persona cercana. Se la supone estrechamente relacionada con la ecolalia, que consiste en la repetición parcial o total –siempre involuntaria– de las palabras de otra persona, inmediatamente después o pasado un tiempo de la emisión original. Este fenómeno, como la palilalia, está relacionado con un debilitamiento de la inteligencia.
Sin embargo, existen ecolalias no patológicas. 

Una ecolalia no patológica que podría llamarse “evolutiva” es la de los niños en el proceso de adquisición del lenguaje. En el niño normal la longitud de las frases que repite no suele sobrepasar la longitud de las que él es capaz de emitir, mientras que en la ecolalia patológica se produce una repetición perfecta y exacta, incluidos los aspectos prosódicos, de frases completas y de estructuras de un nivel de complejidad muy superior a la competencia lingüística del sujeto. Los autistas, por ejemplo, son capaces de emisiones ecolálicas con una longitud significativamente mayor que sus propias emisiones espontáneas e incluso en algunos casos con mayor precisión articulatoria. 

La ecolalia puede ser funcional, en la que el sujeto manifiesta una intención comunicativa, o carecer de propósito. En tal caso suelen tener carácter autoestimulatorio, como la repetición de eslóganes y estribillos publicitarios así como muletillas, frases o aun conceptos aparentemente complejos escuchados en radio y/o televisión, medios capaces de atraer la atención de sujetos por lo general aislados de la realidad o indiferentes a ella.

Nótese que este tipo de ecolalia puede persistir aunque el individuo en cuestión haya adquirido un conocimiento más avanzado de la estructura del lenguaje.

Complicaciones de la vida social

Si la ecopraxia puede provocar situaciones enojosas que complican la vida social de la persona afectada, y la palilalia y la ecolalia la vuelven insoportable, la coprolalia es decididamente incapacitante: uno no puede andar por ahí repartiendo obscenidades a diestra y siniestra y, a menos que labre una carrera como periodista moderno o cómico de teatro de revistas, esta dolencia imposibilita integrarse en forma armónica con la sociedad, razón por la cual numerosos profesionales se muestran partidarios de extirparla por los medios más expeditivos. Es en ese sentido que no pocos pacientes  han sido tratados mediante la introducción de toxina botulínica junto a las cuerdas vocales.
La toxina botulínica, también llamada botulina, es elaborada por la bacteria Clostridium botulinum, causante del botulismo. Prohibida como arma biológica por la convención sobre armas químicas debido a su capacidad de producir parálisis muscular, esta propiedad de la botulina es aprovechada por la industria farmacéutica para el tratamiento de las arrugas faciales, el estrabismo, el blefaroespasmo o contracción involuntaria de los párpados, la tortícolis espasmódica, el calambre del escribiente y para morigerar los efectos de la coprolalia: no evita el habla, pero provoca una parálisis parcial que ayuda a controlar el volumen de cualquier exabrupto. 

A esta altura y a fin de no introducirnos en una polémica médica acerca de la conveniencia del uso de la botulina para eliminar las arrugas y reducir los alcances de la coprolalia, convendría aclarar que el síndrome de Tourette padecido por André Malraux se manifestaba únicamente en la profusión de espasmos musculares involuntarios.

Las enseñanzas del Tourette

El escritor francés estaba libre de cualquiera de los desórdenes vocales descriptos como no fuera su pulsión a mimetizarse con sus entrevistados. Mao, Nehru, De Gaulle tenían tanto que escuchar a Malraux como Malraux escucharlos a ellos. Es más, de la lectura de Antimemorias y La hoguera de encinas puede inferirse que no era Malraux quien pretendía entrevistar a los grandes estadistas de su época sino que eran ellos los que ansiaban conversar con él. 

Suena desproporcionado, pero, amén de tratarse de trucos literarios de un escritor empeñado en promocionarse publicitariamente y construirse como mito, en esos diálogos jamás se deslizaba hacia la anécdota banal o el detalle bobo. Por el contrario, da la impresión de que personalidades como Chou En Lai, De Gaulle, Ho Chi Minh recién adquirían conciencia de su propia importancia histórica luego de conversar con Malraux. Era él quien los ponía ahí, y no mediante la sumisión, la reverencia y la alcahuetería, que no enaltecen a nadie, sino por el sentido de su propia dignidad y la cabal comprensión de la relevancia de sus entrevistados.

Probablemente el Tourette –el infierno en que esa incontrolable sucesión de tics faciales que lo acompañó toda la vida ha de haber convertido su infancia y adolescencia– explique el empeño de Malraux por estar siempre a la altura de las circunstancias y elevarse por encima de la media elevando a sus interlocutores, convenciéndolos de su trascendencia histórica mediante un único recurso: los temas de los que conversaban y el modo de abordarlos.

Su muy evidente Tourette ha de haberlo alertado respecto a las manifestaciones vocales del mal, como la ecolalia, por lo general no tan evidente: la repetición involuntaria e inconciente de frases escuchadas al pasar puede producir una engañosa sensación de pensamiento. Sin embargo, tomarse en serio una manifestación de ecolalia es como jugar al truco con un compañero afectado de Tourette y confiar en que en todas las manos recibe el as de espada, el de bastos, los dos siete bravos y hasta algunos tres.

Como ya se ha dicho, en el transcurso de las largas conversaciones con De Gaulle en su retiro de Colombey, jamás se menciona a Brigitte Bardot. Tampoco a Alain Delon o Yves Montand.

Así como harta de los animales de dos patas con los que se casaba y solía acostarse, Bardot se abocó al cuidado y pública defensa de los cuadrúpedos, el sex symbol de las septuagenarias Alain Delon fue siempre un emblema de la ultraderecha francesa, y el actor, cantante y gigoló Yves Montand se destacó como un persistente activista de izquierda. 

En un país como Francia, donde siempre se discutió todo y donde alguna gente hasta piensa por su propia cuenta, también los actores tenían algo para decir, lo decían y lo dijeron, pero en sus paseos por los bosques de Colombey ni De Gaulle ni Malraux dedicaron un segundo de sus conversaciones a ninguno de ellos.

Malraux, que era muchas cosas pero por sobre todo, escritor, sabía de la profesión del actor: repetir e interpretar textos redactados por terceros, una suerte de ecolalia y ecopraxia artísticas. Tal vez por eso De Gaulle se mantuvo siempre conversando con La France y el pueblo francés y jamás discutió con Brigitte Bardot: tenía a su lado a Malraux para alertarlo respecto a esas pequeñas cosas.



6 comentarios:

Caíto dijo...

Es que Darín no es Bardot, ni Cristina es De Gaulle. A mucha honra...
Saludos.

Leo dijo...

Quizá Brigitte Bardot nunca se atrevió a insinuar que De Gaulle podría ser un ladrón y por eso éste nunca tuvo nada que contestarle. Vaya a saber.
Feo eso de negar una respuesta a partir de la profesión de alguien: "No, perdón, usted es barrendero, ni me molesto en contestarle porque no va a entender". Muy feo. Menos mal que De Gaulle era francés y no argentino, porque ya tuvimos muchos como él. Uno más hubiera sido demasiado.

ari_peruca dijo...

Le habló claramente a la Argentina, no a darín, q es un personaje muy menor, y para colmo uno capaz de renguear como lisiado para zafar unos mangos. Si lee bien la carta, se va a dar cuenta.

Anónimo dijo...

Inyeñé: cuántas vueltas tienen que dar para explicar el patrimonio de la presidente! Si CFK no tiene que contestarle a Darín, entonces que mande a alguien a hacerlo. Pero que explique. Luego de una larga carta abierta plagada de odio mal disimulado e ironías seguimos igual. Sin saber el orígen del patrimonio presidencial. El mandatario debe dar cuentas. Ese deber pesa sobre los presidentes democráticos. Los dictadores pueden eludirlo (hasta cierto punto). Hasta los monarcas (el rey de España es un ejemplo) se sienten obligados. Por qué tanto escándalo?

Anónimo dijo...

Entre paréntise, por qué no se dan a conocer las identidades de los detenidos en PBA por los últimos saqueos (o robos organizados, como guete). Dicen que entre ellos hay varios paniaguados de la Alicia.

Anónimo dijo...


Entre otras muchas cosas Malraux era un señor y vos Teodoro, como diria un mal actor sos un pelotudo.