Una vez más con lo mismo no, basta

Los últimos días le habíamos dedicado un par de posts a Carrió que le ponían un par de fichas a una apuesta de la virginal republicana por la construcción política, alguna construcción política, cualquiera. Será que uno mantiene cierto candor, cierta naturaleza naive o cierta esperanza en que la política algún día, ya sea que uno coincida, ame o odie al dirigente, se eleve de la parodia o el melodrama en que bastantes de estos para nuestro gusto, la convierten diariamente para castrarla de potencial transformador.


Por eso una vez más nos sentimos defraudados con Carrió que amaga algo diferente y vuelve con lo mismo de siempre, con la eterna letanía de la mal pagada. Uno que no la vota y odia lamentar que tanta gente la vote. Lo suyo es la representación de los puteadores matinales, de los que piensan que la política no sirve para nada más que para joderle la vida a la gente. Su pesimismo crónico es el pesimismo de los que se regodean con el fracaso y en él gozan.

En su vuelta termina siendo una mala parodia de si misma, estaba todo fenómeno hasta que se prendió la luz roja de la cámara, aquella que enfrenta con un apuntador gestual fuera de cuadro que le marca "como va" mientras el entrevistador de turno le hace de partenaire.


Su personaje ya harta, de ave fenix le quedan las plumas chamuscadas y de su partido los cuatro de copas que no aun huyeron de su lado y que cuando abren la boca para algo diferente de bostezar solo evidencian su ignorancia.


Escribimos esto a modo de disculpa y como despedida a quien no merece una linea más.


Ni una puteada